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Lamento
Lloro…
y dices que soy dramática,
como si el dolor fuera teatro
y no una herida crónica.
Lloro y no te importa lo que siento,
mi voz cae al suelo en silencio.
Lloro y siento que me muero
a cada segundo, a cada intento.
Mi corazón late cansado,
y en cada latido hay un grito,
desesperado, quebrado,
pidiendo amor, no juicio.
Me ahogo en este lamento,
este frío me mata lento.
La noche pesa en mi pecho
y el aire se vuelve cemento.
Mi mente ya no puede más,
se astilla, se quiebra, se va.
Mi alma cae a trozos pequeños
que nadie recoge jamás.
Mi enfermedad se hace más fuerte
cuando el cariño está ausente.
Este sufrir me mata a pedazos,
gota a gota, lentamente.
Soy un eco sin rumbo,
un grito perdido en el viento,
desterrada en tu frialdad,
condenada a mi propio lamento.
Y aun así sigo aquí,
respirando entre ruinas y miedo,
porque llorar no es debilidad…
es la prueba de que aún siento.
Siempre me lastimas
Siempre me lastimas
y lo llamas costumbre.
Siempre me dices: “vete si quieres”,
como si irme fuera fácil,
como si no doliera quedarme.
Dices que tú te irías,
que nada te ata,
y luego señalas mi pecho
y dices que todo es mi culpa.
Que miras a otras
porque “no es lo que tienes en casa”,
como si yo fuera un objeto gastado,
como si el amor tuviera vitrina
y no memoria.
Me culpas por tus ojos,
por tus decisiones,
por tu frío.
Me haces cargar pecados
que no son míos.
Y aun así me quedo,
no porque no valga,
sino porque amar
no sabe defenderse a tiempo.
Pero escucha esto, aunque no lo digas:
no es mi cuerpo el que falla,
no es mi amor el que falta,
no soy yo el error.
El daño no me define.
Tu desprecio no es mi espejo.
Y algún día, incluso con el corazón roto,
recordaré quién fui
antes de que me hicieras dudar de mí.
……..
Cómo dormir con el corazón roto
Me acuesto sin ti,
pero tu nombre se queda despierto.
La cama es grande
y el silencio pesa más que el cuerpo.
Pongo el dolor a un lado de la almohada,
como a un niño cansado de llorar.
Le digo: descansa,
mañana seguimos aprendiendo a respirar.
El corazón late despacio,
como si tuviera miedo de hacer ruido.
Está roto, sí,
pero sigue vivo.
Duermo abrazando recuerdos
que ya no duelen igual,
porque incluso el amor perdido
se cansa de sangrar.
Y mientras el sueño me vence,
entiendo algo en la oscuridad:
no se duerme sin dolor,
se duerme a pesar de él.


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