miércoles, 17 de diciembre de 2025

 




Dormir con un corazón herido


No sabes lo que es dormir con un corazón herido,

con los sueños en vela, con el alma en ruido.

Me acuerdo de aquella vez, al borde del adiós,

un avión me esperaba… y yo temblaba por vos.


La adrenalina subía, mariposas sin razón,

lágrimas rebeldes rogando quedarme en tu corazón.

Feliz y rota, entre miedo y fe,

decidí no volar… y en tu alma me enredé.


Volvimos como capullos de nieve, frágil calor,

un autobús nos llevaba creyendo en el amor.

Pero la vida, traviesa, cambió la dirección,

tomamos el camino equivocado del corazón.


Sentados tranquilos, una parada fatal,

bajaron ocho sombras… y llegó alguien más.

No te miró, no jugó, no llamó tu atención,

pero tus ojos viajaron sin pedir perdón.


Se sentó detrás tuyo, y el tiempo se rompió,

cada cinco segundos tu mirada volvió.

Yo, invisible, contando el dolor,

una hora entera muriendo en silencio y pudor.


Hasta que ella se fue… y yo me quedé,

recogiendo los restos de lo que soñé.

Pregunté temblando, dijiste “incomodidad”,

“se veía bien”… y sangró mi verdad.


Mis ojos se desangraban, mi fe se quebró,

confundida y asustada, mi llanto habló.

Me eché a llorar pensando, para no caer:

“Tal vez soy dramática… tal vez exageré”.


Entre el cielo, las estrellas y el vasto firmamento,

cargo este recuerdo como fiel juramento.

Solo tengo un deseo, sin prisa ni afán:

verte con calma… y poder sanar.


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