A veces te nombro en silencio
para no romperme la boca,
porque decir tu nombre
me recuerda todo
lo que nunca dijiste.
Te construí un refugio en el pecho
y aún así decidiste quedarte afuera,
mirándome amar sola
como si no fuera contigo.
Yo te ofrecí mi verdad desnuda,
sin defensas, sin máscaras,
y tú respondiste con distancia,
con inviernos donde pedía hogar.
No me duele que no me ames,
me duele que finjas sentir,
que abraces mi ausencia
mientras me miras partir.
Porque amar no es herir despacio,
ni callar lo que sangra,
amar es quedarse
cuando el alma tiembla.
Y aquí sigo,
aprendiendo a soltar sin odio,
a cerrar esta herida
sin arrancarme el corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario